lunes, 31 de octubre de 2011

Noches de Ilusión

     Me acerqué a la chica más guapa del local, si, me encantaba. Repasé con mi mirada lasciva, su armónico contorno. Mis ojos pasaron por su bella cara de tez morena, y por sus grandes senos marcados por aquel top tan ajustado que llevaba. Me acerqué a ella convencido de que sería mía, y le susurré al oído, la frase más poética que me vino a la mente.
     -Que bonitos senos portas, mae mía.
     Me dio tal reverso con la diestra, que di cuatro vueltas de campana con tirabuzón, perdiendo en aquellas ingrávidas volteretas, el tercer molar izquierdo, dos premolares, y las muelas del juicio. Me quedé pensativo, ¿En qué habré fallado? Pensé. Y lo adiviné. Consciente de que la corrección del error obtendría una mayor recompensa que el acierto a primera instancia, me acerqué de nuevo a la chica, y le dije:
     -Perdón, quería decir…que bonitas tetas.
     La chica paralizó el baile durante un instante, y me miró lentamente. Pense que lo había conseguido, había dado en el clavo. Me dije, ahora me abrazará y me besará como una loca; me llevará al baño y ticky tacka, salinas, ticky tacka. De modo que esperé: ella me miró lentamente de los pies a la cabeza, de una forma tan erótica que no pude evitarlo:
     -Yo ya…-dije sacando un cigarrillo.
     -¿Pero a ti te dan subvenciones?- me preguntó. Yo, encorvé las cejas, confuso, y miró en derredor.
     -Si,- me dijo- de todos los tontos que hay, me refiero a ti. ¿Te dan subvenciones por tu retraso? Venga, va, vete a recoger aceitunas.
     Cabizbajo, me fui decepcionado a casa, y tuve que cenar galletas, hundiéndolas en la leche, para poder decir a mis amigos, que aquella noche había mojado. ¡¡Qué lamentable!! Y que tu madre siga pensando que los esguinces de muñeca se deben al sobreesfuerzo realizado en educación física.

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