viernes, 9 de octubre de 2015

¿Cuál es el sentido de la vida?

Quizás tú sientes que el dinero, el poder, o encontrar a tu pareja puede ser el sentido de tu vida.

O quizás buscas el sentido de tu vida en las opiniones y en la búsqueda de aprobación de tus amigos, tus padres, etc., pero siempre acabas sintiéndote igual: con una sensación interior de desesperanza y vacío.

Pero lo más interesante, es que el sentido de tu vida lo sientes, por primera vez, cuando sufres un gran estremecimiento emocional o está en peligro tu vida.


Es, en esos momentos, cuando todo aparece tan claro como si, después de una tarde con neblina, esta se disipara y apareciera el sol, reluciente, ante tus sorprendidos ojos.

¿Has hecho alguna vez el experimento de visualizarte en tu propio funeral? ¿De imaginarte el recuerdo que deseas dejar en tus amigos y tu familia?

Si no lo has hecho… imagínate por un instante, que hay una tumba, que estás asistiendo a un funeral… y que abres la tapa, para ver a la persona que está dentro… ¡y para tu sorpresa… ¡eres tú mismo!

Es tu propio funeral.

¿Por qué deseas que te recuerden las personas que están asistiendo a tu funeral?... piensa por un instante…

Ahora, ¿Qué te hubiera gustado haber logrado? ¿Haber experimentado?... piensa por unos instantes…

Para mí, resultó curioso que en lo que yo imaginé más en este ejercicio, es en el amor… en los detalles aparentemente “tontos” de la vida: en mi pequeña sobrinita, pícara y encantadora… en los hermosos momentos que pasé con mis parejas… y en los instantes en que serví a alguien y lo ayudé… me resultó asombroso darme cuenta que no me pasó por ningún instante el concepto monetario… ni pensé en cochess, casas, propiedades… nada de eso.

¿Te pasaron cosas parecidas a ti cuando hiciste el ejercicio, por pura casualidad?

Recuerdo que en el libro bíblico de Proverbios, dice una cita más o menos así: “He visto que no hay nada mejor para el hombre terrestre que se regocije por el duro fruto de su trabajo, es el don de Dios”.

¿Qué es lo que te regocija a ti? Pueden ser pequeñas cosas, desde caminar en un atardecer de lluvia, en un bosque, escuchando el suave trino de los pájaros y peculiar sonido de los grillos al anochecer.

Llenarse los pulmones hondamente con el frescor y el aroma a árbol mojado y hierba…

En lo personal, pocas cosas me dan tanto deleite como despertarme temprano, caminar, y oler el delicioso aroma a fresco… escuchar aún los cantos de los pájaros, y las calles todavía pacíficas y tranquilas, antes del duro y nervioso ajetreo diario.

Y contemplar la luna en la noche, en mi pueblo, ya casi sin gente.

Quizás disfrutar de la compañía de buenos amigos, llenarme de sus sonrisas y del brillo de sus miradas… ¡en fin!

Con sabiduría, Dios dijo que en verdad no podríamos entrar al reino de los cielos hasta que volviéramos a ser niños, y con profunda admiración viendo a los niños, puedo comprender en toda su majestuosidad lo que significa esto.

Admiro de ellos su alegría eterna, de la felicidad que les trae que les obsequie una simple golosina, admiro la seguridad en sí mismos, instintiva y natural que tienen.

Su terquedad para conseguir lo que quieren, a pesar de los intentos manipuladores de los adultos para dominarlos con un “ya no te voy a querer”, “eres malo”, “mira cómo te ve la gente”, “pareces niña”, “si te portas bien te compro esto”… me pregunto cuántos de nosotros nos quedamos inconscientemente con esas manipulaciones desde niños.

Los niños no entienden el concepto del rencor. Puedes insultarlos y pelear con ellos, pero al rato están como si nada. Y no fingen.

Es que así es la naturaleza de un niño.

Y tienen una capacidad inagotable para jugar y hacer cosas… ¡y ser felices!

Reflexioné, que toda mi lucha interior… ¡está enfocada a volver a ser niño!

¡Tener la alegría y espontaneidad de un niño!

¡Aprender a perdonar y olvidar como un niño!

¡Tener la terquedad para conseguir lo que quiero, como un niño!

Y por fin entendí aquella frase de Picasso: “A los 10 años ya pintaba como uno de los grandes del Renacimiento… ¡pero tarde otros 50 para volver a pintar como un niño!”.

Entonces, ¿Cuál es el sentido de la vida? Para mí, es vivir permanentemente en el presente, disfrutando de todo, obedeciendo a los impulsos de mi corazón… y haciendo lo que me hace más feliz, en cada momento.

Ya sea en mi trabajo, caminando, con amigos,  en el amor… ¡todo lo que esté haciendo en todo momento y a cualquier hora!

No interrumpas tus impulsos, haz lo que te dicta el corazón. ¿Cuántas personas que quiero y amo nunca se lo dije? ¿Cuántas personas que me aman, o amaron nunca me lo dijeron y yo jamás lo sabré? ¿Cuántas cosas por pensar, has dejado sin hacer?
Tengo disposición para amar y ser feliz. Tengo muchos sueños por cumplir y espero que tú también los tengas.

Me despido.


¡Suerte!

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