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Carlomagno y su espada |
La corona de ese país fue durante siglos una de las más
importantes de Europa. Entre los objetos históricos, y míticos, asociados a la
realeza en Francia están la Ampolla Sagrada y la espada Joyosa.
La Ampolla Sagrada, que hoy se conserva en la catedral de
Reims, tiene su origen en una leyenda que asegura que el Espíritu Santo, o un
ángel, entregó esa ampolla con óleo sagrado para que se ungiera al futuro rey
Clodoveo I en su bautismo, allá por el siglo V. Los reyes de Francia, tras él,
fueron ungidos con ese mismo óleo en sus coronaciones. Y esto era un milagro en
sí mismo, ya que, según la leyenda, tras cada uso de la ampolla, el aceite se
reponía por obra divina, convirtiendo el contenido en una infinita fuente de
aceite.
Todo ello mostraba que el rey de Francia no era
cualquiera, ya que el mismo Dios lo elegía y lo bendecía con aquel santo óleo.
En 1793, durante la Revolución Francesa, la ampolla fue destruida por Philippe
Ruhl en plena calle. Pero, como en las mejores novelas, unos pedazos fueron
rescatados y conservados durante décadas para poder ungir a Carlos X, años más
tarde.
Cambiando de tercio, Durandarte es una de esas espadas de
la historia que tiene nombre propio y que tiene también historia propia. Como
es lógico, también con leyenda, y no menos fabulosa que la de la Santa Ampolla.
Durandarte fue la espada de Roldán, familiar de Carlomagno y protagonista del
famoso Cantar, que también es una gloriosa leyenda, creada a partir de un hecho
histórico, pero alejándose de él con cada frase. Roldán recibió la espada de
las manos de Carlomagno. Por cierto, hay algunas similitudes entre la historia
de Duradarte y la de Excalibur, otra espada con nombre propio y quizás la más
famosa. Durandarte, la espada de Roldán, se perdió, pero la de Carlomagno se
conserva.
Volviendo a los reyes de Francia, Joyosa, la espada de
Carlomagno, que se conserva en el Louvre (modificada y quizás copiada hace
siglos), se utilizaba también durante la ceremonia de coronación de los reyes.
La primera mención a su uso es del año 1271, durante la coronación de Felipe
III, más de 450 años después de la muerte de Carlomagno. Por lo tanto, quién
sabe cuánto hay de cierto en todo esto.
Leyendas o no, son historia, y merecen ser conocidas. La
Santa Ampolla y la espada Joyosa están unidas a los reyes franceses, y aunque
hoy no está tal título en vigor, quién sabe en el futuro. Quizás vuelva la
catedral de Reims a ver una ceremonia de ese tipo.
Fuente: Curistoria.com
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