Felipe II, en los "pocos ratos" que le dejaba el gobierno del Imperio Español,
disfrutaba enormemente de la caza, la pesca y en general de la naturaleza. Así,
cuando decidió que El Escorial iba a ser el lugar destinado para la magna obra
que sería su residencia, mandó que se incluyeron sitios de recreo para sus
aficiones: estanques, zonas de caja, jardines, huertas…
Todo aquello
estaba destinado al rey y era un terrible delito pescar en zona real o nadar en
los estanques destinados al monarca. La caza en las dehesas reservadas para el
rey también tenía como condena una terrible multa que podía ser de hasta 3000
maravedíes.
El rey, Felipe II, era un gran amante de las flores y con el
objetivo de hacer sus jardines todo un mundo por descubrir cada día, encargó el
diseño de los jardines a expertos en estas cuestiones. Algunos de los cuales
llegaron a venir de los Países Bajos para diseñar los estanques y jardines.
Fuente: Curistoria
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