Era una pareja de recién casados.
El primer día ella prepara unos huevos
rancheros para el desayuno. Cuando el marido ve el plato, exclama: ¡Está para
chuparse los dedos!
Ella al instante dice: ¿De verdad mi amor?
Y él
contesta; ¡Sí la verdad prefiero chuparme los dedos antes que comerme esta
porquería!
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