Cuando se evoca los orígenes del cine, los nombres de los
hermanos Lumière o Georges Méliès son los primeros que nos vienen a la cabeza.
Es cierto que fueron ellos los que iniciaron el camino de la industria cinematográfica,
pero en aquellos mismos años existió una mujer que convirtió los rudimentos del
cine en lo que terminaría siendo, una auténtica fábrica de ilusiones y un
negocio de lo más lucrativo. Alice Guy fue la primera mujer en utilizar el cine
para contar historias de todos los géneros. A pesar de tener a sus espaldas
centenares de títulos, incluida la primera superproducción de la historia, su
nombre cayó durante décadas en el olvido.
Alice Ida Antoinette Guy nació el 1 de julio de 1873 en
Saint-Mandé, cerca de París. Era la quinta hija de un editor de origen chileno,
Emile Guy, y su esposa Mariette. Esta había viajado a su Francia natal para dar
a luz a Alice, mientras su marido continuaba amasando una importante fortuna en
el sector editorial. Poco tiempo después viajaron a Chile, pero para una
estancia breve. Los negocios del señor Guy empezaron a fallar y, tras su
muerte, la familia se instaló definitivamente en París donde su madre tuvo que
ponerse a trabajar para sacar a su amplia prole adelante.
Tras estudiar junto a sus hermanos en distintos colegios
e internados, Alice continuó sus estudios como mecanógrafa y taquígrafa, que le
permitieron encontrar un trabajo como secretaria en la compañía Le Comptoir
Général de la Photographie. Corría el año 1894 y Alice era una joven de apenas
veinte años que empezó a descubrir la magia de las imágenes. Pocos meses
después, Léon Gaumont, uno de los directivos de la empresa dejó Le Comptoir
Général de la Photographie y se llevó a Alice como secretaria de su propia
compañía.
En 1895, los hermanos Lumière organizaron una proyección
pública de las primeras imágenes que habían grabado con su cinematógrafo. A la
cita en el Salón Indio del Gran Café asistió el señor Gaumont acompañado de
Alice. Hasta entonces, el cine primitivo estaba más preocupado por los inventos
que inmortalizaban la realidad que por contar historias, algo que Alice Guy
hacía tiempo que ya barruntaba en su cabeza. Tras mucho insistir, y con la
condición de que no dejara sus tareas como secretaria, Gaumont decidió encargar
a Alice en 1987 la dirección de una división dedicada a producir historias.
Empezó entonces una época apasionante para Alice que
gravó con un cronógrafo varias películas en las que explicaba historias de lo
más variopintas. En 1906 se atrevió incluso a realizar la que se considera la
primera superproducción de la historia del cine, La pasión de Cristo, rodada en
los exteriores de Fontainebleau con más de trescientos extras y una veintena de
decorados.
En 1907, Alice Guy se casaba con Herbert Blanché, un
cámara con el que tendría dos hijos, Simone y Reginald. La pareja se trasladó a
vivir a los Estados Unidos donde crearon varias productoras de cine. En
aquellos años, Alice dirigió centenares de cintas de ficción abordando géneros tan
dispares como la comedia, el western o el drama. Su nombre se convirtió en un
habitual en el mundo de Hollywood donde fue pionera en la utilización de
efectos especiales.
Alice Guy tuvo tiempo, entre cinta y cinta, de escribir
en 1913 un texto reivindicativo sobre la exclusión de las mujeres en el mundo
del cine, Woman's Place in Photoplay Production. En lo personal, su matrimonio
acabó con un tormentoso divorcio en 1917 y tiempo después volvió a vivir a
Francia, donde en 1953 recibió la Legión de Honor y recibió homenajes a su
labor en el mundo del cine.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la historia de esta
pionera fue cayendo en el olvido, sus cintas fueron olvidadas o atribuidas a su
marido u a otras personas de su entorno. Alice Guy acabó sus días en Nueva
Jersey, donde vivió con su hija Simone hasta su muerte, el 24 de marzo de 1968.
Fuente: www.mujeresenlahistoria.com
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